domingo, 13 de octubre de 2013

Sor Isabel de la Trinidad

“Oh mi Jesús oculto en el sagrario, mi Esposo, mi divino Amor, mi Vida, -qué felicidad siento en cada tarde- cuando puedo escucharte, hablarte y verte. Oh Jesús, prisionero, abandonado. Siempre que estoy Señor, cerca de Ti, me parece ya encontrarme en el Cielo. Cuando oígo la Armonía de tu voz, Esposo y Amado mío, todo mi ser queda sielncioso y sólo a ti te escucho, y sólo a ti te veo. Qué unión tan íntima, Cristo mío, cuando siento latir mi corazón al contacto del tuyo. ¡Quién pudiera pasar horas y horas en este santo lugar. Quién pudiera gastar toda su vida viviendo junto a ti, mi dulce Amor! Ya nada de este mundo me ilusiona. Tan sólo tú, Señor, llenas mi vida ¡Fuera de ti, Jesús, que eres mi Tesoro, nada poseo! A tu lado me siento muy feliz, porque tú eres mi Amor; porque tú eres mi Vida. ¡Oh Dios, que estas oculto en el Sagrario, y que te dignaste escogerme para amarte, sufrir y complacerte: sé mi fortaleza, sé mi Vida!"